Según documentos del siglo XIII, posteriormente a la Ascensión del Señor Jesús, los apóstoles, fortalecidos por el Espíritu Santo, predicaban el evangelio.
El Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan, en aquel entonces, viajó a predicar en España.
Aquellas tierras se encontraban atadas al paganismo, porque aún no recibían el evangelio.
La tradición dice que al despedirse el Apóstol Santiago a predicar la fe de Jesucristo, le prometió la Virgen que en aquel lugar donde más se convirtieran, se le manifestaría ella.
Y una noche la Virgen María se le apareció en un Pilar.
El 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba en profunda oración con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol".
La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal en Palestina, le pidió a Santiago que en aquel lugar se le construyese una iglesia, y que el altar estuviese en torno al pilar donde ella estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio".