martes, 29 de abril de 2014

Razones a favor de la clase de Religión





Nueve razones a favor de la clase de religión

Autor: Mons. José Ignacio Munilla Aguirre



1ª.- Es un derecho, no un privilegio: A base de tanta polémica sobre la clase de religión, algunos padres católicos pueden estar arrastrando una especie de complejo, como si les hubiesen llegado a hacer creer que la presencia de la clase de religión en la escuela es una reminiscencia de tiempos pasados, en esta sociedad democrática. Muy al contrario: se trata de un derecho constitucional, amparado en el artículo 27.3 de la Constitución. Los padres tienen derecho a marcar la orientación moral y religiosa de la formación de sus hijos, y las autoridades tienen el deber de poner los medios para que esto se lleve a cabo. Por si cupiese alguna duda, bastaría comprobar cómo la asignatura de religión tiene, en el momento presente, un tratamiento bastante más relevante en la mayoría de los países europeos que en España.

No estará de más recordar que el dinero con el que se paga a esos profesores de religión, al contrario de lo que parece desprenderse de algunas críticas contra la Iglesia, no sale del bolsillo particular de ningún gobierno, sino del de los propios padres.    

2ª.- La clase de religión no es lo mismo que la catequesis: Son dos cosas distintas, y no cabe argumentar que la opción por una haga innecesaria la otra. La enseñanza religiosa en la escuela se circunscribe a un ámbito cultural, mientras que en la catequesis se procura introducirnos en el seguimiento personal de Jesucristo. Aun a riesgo de simplificar la cuestión, podríamos decir que la clase de religión y la catequesis se diferencian y se asemejan, de forma similar a como lo hacen el “conocer” y el “amar”.

3ª.- Comprender la cultura que hemos heredado: Un joven español no podrá entender la pintura, la música, la escultura, la arquitectura, la filosofía, la historia, la política, el folclore, las tradiciones… si no conoce en profundidad los fundamentos de la religión católica. Y lo mismo cabría decir, en un nivel más genérico, de una comprensión mínima de las demás religiones, para poder asomarnos a esta “aldea global” en la que vivimos.

4ª.- Frente a la fragmentación del saber, necesitamos una cosmovisión: Hoy en día existe una gran “parcelación” en el saber humano, acompañada de una sobreacumulación de datos, tanto en las disciplinas científicas como en las humanísticas. Se trata de una fragmentación que ha contribuido notablemente a la proliferación de crisis de identidad cultural, de valores, de tradiciones…

Con frecuencia se recurre a la mera explicación de que esa fragmentación es fruto inevitable de la especialización en el saber, olvidando que la exclusión del hecho religioso también nos está dificultando la integración de todos estos conocimientos en una sabiduría global.

5ª.- La religión responde al sentido de la existencia: Una enseñanza global debe responder a las preguntas clave sobre el sentido de nuestra existencia. ¿De qué me sirve conocer la evolución del Universo, si nadie me explica por qué y para qué estamos en esta vida? ¿Cómo podemos fundamentar los derechos del ser humano sin dar razón de la diferencia esencial entre el animal irracional y el hombre espiritual? ¿Cabe hablar con optimismo de los avances científicos y de la sociedad del futuro, si no tenemos fundamentada nuestra esperanza en el más allá de la muerte?...

6ª.- Más que el rechazo a la religión, el problema es la ignorancia religiosa: Para poder rechazar algo, primero hay que conocerlo. Hoy en día, muchos reniegan de una religión que no han conocido, y sobre la cual solamente se les han transmitido determinadas leyendas negras.

El nivel de ignorancia en materia religiosa ha crecido tanto que, hoy en día, no podemos ni debemos dar nada por supuesto; es necesario comenzar por los fundamentos básicos. Recuerdo el caso de un joven español, de unos 25 años de edad, quien tras observar la procesión del Corpus Christi por las calles, preguntaba por qué el sacerdote caminaba mirándose de continuo a ese “espejo”…

7ª.- La materia religiosa interesa al hombre de hoy: No es cierta la suposición de que el hombre moderno no sea religioso. De hecho, la ignorancia religiosa tiende a crear continuos mitos y sucedáneos del hecho religioso. Cuando dejamos de creer en Dios, tendemos a creer en cualquier cosa.

El fenómeno de la proliferación, en los últimos años, de novelas esotérico-religiosas, al estilo del Código Da Vinci, es bien sintomático. ¡Cuántos se aprovechan del desconocimiento de muchos católicos sobre su fe y sobre la historia de la Iglesia, para confundir la realidad con la ficción! La ausencia de conocimientos básicos hace difícil distinguir entre lo que son fábulas, fantasías o ataques a la historia y a los valores de la Iglesia.

El fenómeno de tantas novelas y películas centradas en lo sagrado y misterioso, denota que el hombre moderno sigue siendo religioso, pero también demuestra que su ignorancia religiosa lo hace más manipulable que nunca; hasta el punto de ponerse a merced de quienes pretenden que se posicione siempre en contra de la Iglesia Católica.

8ª.- Diálogo interreligioso: Somos sobradamente conscientes del grave problema que la paz mundial tiene con el fundamentalismo islámico. Cada vez vemos con más claridad que la estabilidad internacional, e incluso nuestra convivencia con tantos inmigrantes, necesita estar sustentada en el diálogo interreligioso. Ahora bien, sólo puede dialogar quien tiene conciencia y conocimiento de su punto de partida. De lo contrario, más que a una “alianza de civilizaciones”, estamos abocados a la desaparición de la nuestra.

9ª.- Educación moral: Está claro que una educación integral debe incluir la dimensión moral. De poco servirán la acumulación de conceptos en la enseñanza, si no hay un espacio específico en el que se eduque en comportamientos morales como la sinceridad, solidaridad, justicia, respeto, generosidad… He aquí otra dimensión esencial de la asignatura de la religión: la moral.

Hasta la reforma educativa de hace tres años, la asignatura de religión era evaluable y tenía la ética como alternativa de libre elección. Los padres, la Iglesia y la gran mayoría de los sectores sociales, entendían que aquélla era una solución justa. Existía la posibilidad de elegir entre una enseñanza moral confesional o una ética aconfesional. La gran pregunta es: ¿Por qué se derogó algo tan razonable que funcionaba bien? ¿Por qué cada reforma supone, en la práctica, una vuelta de tuerca más, en orden a un progresivo arrinconamiento?

¡Valoremos la clase de religión! Es un derecho para los ciudadanos, es un deber de conciencia para los católicos, es una necesidad para la felicidad de nuestros hijos y es buena para la sociedad.



LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN CATÓLICA

OPINAMOS LOS ALUMNOS/AS

Juan Yzuel

juan@ciberiglesia.net


www.ciberiglesia.net/red/clase-religion.htm


Esta presentación se ha realizado en marzo de 2007 con aportaciones de alumnos de Zaragoza de 3º de ESO que participan en clase de Religión. Ante la pregunta “¿Qué razones darías a un compañero/a para que se apuntase a la asignatura de Religión?”, contestaron con estos motivos:


SABER MÁSHay cosas que científicamente no se pueden explicar. En Religión se aprenden muchas cosas que te llenan como persona y espiritualmente. Jorge G. H.Al estudiar Religión amplío mi cultura y aprendo unos valores.   Alba V.Aunque no tengas fe, siempre será mejor que aprendas algo nuevo.  Beatriz H.Merece la pena experimentar nuevas ideas y sentimientos.  Julia P.Puedes descubrir aspectos de la vida que en otras áreas no se enseñan.   Sandra G.La Religión te ayuda a ver las cosas de otra manera.  Laura P.La religión forma parte de ti y de todo lo que te rodea.Creo que es una asignatura más. Siempre puedes aprender algo que te ayudará en tu vida. Andrea V.No me lo pensaría dos veces. La asignatura de Religión es una inmensa fuente de información y cultura.  Eduardo P.Merece la pena estudiar esta asignatura porque aprendes más de la Religión y la Cultura en la que vives.   Áitor C.Si no quieres ser un ignorante toda tu vida, necesitas cultura. La cultura se adquiere aprendiendo cosas como la religión. Seas o no creyente, tienes que aprender una serie de conceptos y comprender los sentimientos que tiene la gente actual y que han tenido en el pasado las personas que nos han traído aquí.  Sergio V.Te ayuda a comprender mejor la vida y responde a las preguntas que la Ciencia no puede contestar. También sirve para comprender algunos motivos por los que actúa la gente.  Carolina P.Estudiar esta asignatura te permite entender algunos de los conflictos actuales que están directa o indirectamente relacionados con la religión.   Guillermo D.Complementa la asignatura de Sociales, pues ayuda a comprender aspectos de la Historia relacionados con el Cristianismo. Alejandro S.


martes, 22 de abril de 2014

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN



JESÚS HA RESUCITADO
!! ALELUYA,…

Frase:"aparta la losa y danos Tu luz"


De la Cuaresma a la Pascua

La Cuaresma ha sido un tiempo de “oportunidad” para vivificar progresivamente, frente a las incertidumbres de nuestro presente personal y colectivo, la vida que, como bautizados, llevamos dentro, para ser Buena Noticia en nosotros y en nuestra sociedad: una oportunidad para vivir la interLa Cuaresma ha sido un tiempo de “oportunidad” para vivificar progresivamente, frente a las incertidumbres de nuestro presente personal y colectivo, la vida que, como bautizados, llevamos dentro, para ser Buena Noticia en nosotros y en nuestra sociedad: una oportunidad para vivir la interioridad (domingo 1º), para ensanchar nuestros horizontes (domingo 2º), para beber de un nuevo manantial (domingo 3º), para establecer una nueva jerarquía de valores mirando con otros ojos (domingo 4º), para establecer un nuevo tejido de relaciones humanas desde una amistad que genera vida (domingo 5º). Desde esa nueva vida hemos tratado de acompañar los pasos de Jesús en su misterio Pascual acogiendo, comulgando y viviendo el “regalo” del mismo Jesús y el “regalo” que Él nos hace: el de “otro Reino” (Ramos), “otro pan” (Jueves Santo), “otro amor” (Viernes Santo) y otra Vida Plena (Vigilia Pascual-domingo de Resurrección). Se nos ha ido... Pero María Magdalena acude al sepulcro en busca del Maestro y no lo encuentra. La añoranza nubla sus ojos y no ven lo que miran. En su boca resuenan ecos de la canción de “El unicornio azul” (Silvio Rodríguez): http://www.youtube.com/watch?v=dnvVtkVaM84 «Las flores que dejó no me han querido hablar...” ... y yo no tengo más que un unicornio azul...” “Mi unicornio y yo hicimos amistad, un poco con amor, un poco con verdad...” ... pescaba una canción...: saberla compartir era su vocación... ... y puede parecer acaso una obsesión, pero no tengo más que un unicornio azul... ... y aunque tuviera dos, yo sólo quiero aquél... » Historia de un amor que “ayer” desapareció. Pero María no se resigna a que sea así. Los discípulos de Emaús, también, cegados, vuelven a casa tristes, decepcionados, solos. Las casas y las calles de Jerusalén no han cambiado para nada. Excepto la soledad, que se ha hecho más honda. Las mujeres, las amigas de aquel Jesús, dicen que está vivo. Pero, ¿dónde? Si fuese verdad, volveríamos a casa a encontrarle de nuevo. Aun muerto, las cosas ya no pueden ser como antes.Por eso Pedro y sus amigos han vuelto a juntarse y se han puesto a pescar. Jesús es el todo. Le necesito, porque lo he conocido. No puedo desprenderme de Él. Él es el centro de todo lo vivido y por vivir. ¿Dónde y cómo encontrarle si, como decís, está vivo? Dónde y cómo volverle a ver «Estos evangelios constituyen para nosotros una especie de enseñanza de un nuevo lenguaje. Para aprender un nuevo idioma, hemos de poder referimos a otra anterior. En estos «cuarenta días», el Señor utiliza todavía algunas expresiones del lenguaje antiguo -«Mete aquí el dedo y mira mis manos; trae la mano y métela en mi costado» (Jn 20,27); «Muchachos, ¿tenéis algo de comer?» (Jn 21,5; cfr. Lc 24,41-42); «Venid a almorzar» (Jn 21,12)-, camina con los suyos (Lc 24,15) y habla con ellos en arameo (Jn 20,16); etc. Pero lo hace para enseñarles un lenguaje diferente, de forma que abandonen progresivamente el antiguo y, en su lugar, utilicen, el nuevo. (...) ... Los evangelios de la resurrección son una respuesta a las preguntas de la comunidad primitiva: ¿Dónde está el Señor resucitado? ¿Qué hace? ¿Cómo ponerse en contacto con él? Las respuestas son diversas: está en medio de la Iglesia; se le encuentra en la fracción del pan y en la misión confiada a los suyos; camina con los discípulos cuando los ve tristes y abatidos; dirige la pesca de la Iglesia en el mundo; se le ve al octavo día). Todas ellas son otras tantas señales ofrecidas a sus discípulos para orientarse en las encrucijadas del mundo nuevo, donde ya no se ve al Señor con su cuerpo terreno, sino que se le encuentra en cualquier parte, como lo muestra el hecho de que “también se ha aparecido a Simón” (cf. Lc 24,La Cuaresma ha sido un tiempo de “oportunidad” para vivificar progresivamente, frente a las incertidumbres de nuestro presente personal y colectivo, la vida que, como bautizados, llevamos dentro, para ser Buena Noticia en nosotros y en nuestra sociedad: una oportunidad para vivir la interioridad (domingo 1º), para ensanchar nuestros horizontes (domingo 2º), para beber de un nuevo manantial (domingo 3º), para establecer una nueva jerarquía de valores mirando con otros ojos (domingo 4º), para establecer un nuevo tejido de relaciones humanas desde una amistad que genera vida (domingo 5º). Desde esa nueva vida hemos tratado de acompañar los pasos de Jesús en su misterio Pascual acogiendo, comulgando y viviendo el “regalo” del mismo Jesús y el “regalo” que Él nos hace: el de “otro Reino” (Ramos), “otro pan” (Jueves Santo), “otro amor” (Viernes Santo) y otra Vida Plena (VigiliaLa Cuaresma ha sido un tiempo de “oportunidad” para vivificar progresivamente, frente a las incertidumbres de nuestro presente personal y colectivo, la vida que, como bautizados, llevamos dentro, para ser Buena Noticia en nosotros y en nuestra sociedad: una oportunidad para vivir la interioridad (domingo 1º), para ensanchar nuestros horizontes (domingo 2º), para beber de un nuevo manantial (domingo 3º), para establecer una nueva jerarquía de valores mirando con otros ojos (domingo 4º), para establecer un nuevo tejido de relaciones humanas desde una amistad que genera vida (domingo 5º). Desde esa nueva vida hemos tratado de acompañar los pasos de Jesús en su misterio Pascual acogiendo, comulgando y viviendo el “regalo” del mismo Jesús y el “regalo” que Él nos hace: el de “otro Reino” (Ramos), “otro pan” (Jueves Santo), “otro amor” (Viernes Santo) y otra Vida Plena (Vigilia Pascual-domingo de Resurrección). Se nos ha ido... Pero María Magdalena acude al sepulcro en busca del Maestro y no lo encuentra. La añoranza nubla sus ojos y no ven lo que miran. En su boca resuenan ecos de la canción de “El unicornio azul” (Silvio Rodríguez): http://www.youtube.com/watch?v=dnvVtkVaM84 «Las flores que dejó no me han querido hablar...” ... y yo no tengo más que un unicornio azul...” “Mi unicornio y yo hicimos amistad, un poco con amor, un poco con verdad...” ... pescaba una canción...: saberla compartir era su vocación... ... y puede parecer acaso una obsesión, pero no tengo más que un unicornio azul... ... y aunque tuviera dos, yo sólo quiero aquél... » Historia de un amor que “ayer” desapareció. Pero María no se resigna a que sea así. Los discípulos de Emaús, también, cegados, vuelven a casa tristes, decepcionados, solos. Las casas y las calles de Jerusalén no han cambiado para nada. Excepto la soledad, que se ha hecho más honda. Las mujeres, las amigas de aquel Jesús, dicen que está vivo. Pero, ¿dónde? Si fuese verdad, volveríamos a casa a encontrarle de nuevo. Aun muerto, las cosas ya no pueden ser como antes.Por eso Pedro y sus amigos han vuelto a juntarse y se han puesto a pescar. Jesús es el todo. Le necesito, porque lo he conocido. No puedo desprenderme de Él. Él es el centro de todo lo vivido y por vivir. ¿Dónde y cómo encontrarle si, como decís, está vivo? Dónde y cómo volverle a ver «Estos evangelios constituyen para nosotros una especie de enseñanza de un nuevo lenguaje. Para aprender un nuevo idioma, hemos de poder referimos a otra anterior. En estos «cuarenta días», el Señor utiliza todavía algunas expresiones del lenguaje antiguo -«Mete aquí el dedo y mira mis manos; trae la mano y métela en mi costado» (Jn 20,27); «Muchachos, ¿tenéis algo de comer?» (Jn 21,5; cfr. Lc 24,41-42); «Venid a almorzar» (Jn 21,12)-, camina con los suyos (Lc 24,15) y habla con ellos en arameo (Jn 20,16); etc. Pero lo hace para enseñarles un lenguaje diferente, de forma que abandonen progresivamente el antiguo y, en su lugar, utilicen, el nuevo. (...) ... Los evangelios de la resurrección son una respuesta a las preguntas de la comunidad primitiva: ¿Dónde está el Señor resucitado? ¿Qué hace? ¿Cómo ponerse en contacto con él? Las respuestas son diversas: está en medio de la Iglesia; se le encuentra en la fracción del pan y en la misión confiada a los suyos; camina con los discípulos cuando los ve tristes y abatidos; dirige la pesca de la Iglesia en el mundo; se le ve al octavo día). Todas ellas son otras tantas señales ofrecidas a sus discípulos para orientarse en las encrucijadas del mundo nuevo, donde ya no se ve al Señor con su cuerpo terreno, sino que se le encuentra en cualquier parte, como lo muestra el hecho de que “también se ha aparecido a Simón” (cf. Lc 24,34)» Francesco Rossi de Gasperis, S.J., La roca que nos ha engendrado, Ed. Sal Térrae, Santander 1996, pág. 170-171. Itinerario de cinco domingos La “ausencia” de Jesús es “presencia”. Somos nosotros los “ausentes” que debemos recolocar nuestro modo de vivir, de relacionarnos con la realidad: de nosotros mismos, de quienes viven con nosotros o pasan a nuestro lado, de los acontecimientos cotidianos o extraordinarios que sorprenden nuestra historia. Para encontrar al resucitado debemos ir a su encuentro allí donde Él quiere encontrarnos, como pequeñas luces que nacen de su vida (cirios que se prenden en EL CIRIO de la Pascua): Encontrarle EN LOS HERMANOS de la comunidad y del mundo, donde la fraternidad se va realizando (domingo 2º). Encontrarle EN LA MESA COMPARTIDA de la solidaridad y del compartir el pan de la vida como profecía de una nueva sociedad y un nuevo mundo fraternos (domingo 3º). Encontrarle EN LA INTIMIDAD CON JESÚS, EL ÚNICO PASTOR, en la oración, escuchando su voz y aprendiendo a reconocerla (domingo 4º). Encontrarle en los caminos de la vida, reconociendo UN SOLO SEÑOR y MUCHAS MORADAS, donde es necesario discernir para hallar lo que Dios quiere, conociendo y viviendo su misma vida en nuestra vida (domingo 5º). Encontrarle presente como ESPÍRITU: UNA ALIANZA DE AMOR, un amor recibido de Dios y entregado a los demás (domingo 6º). De esa manera vive ahora el Resucitado, «sentado a la derecha del Padre» y plenamente unido a nosotros compartiendo y prosiguiendo su causa (Ascensión): ABAJAMIENTO Y ASCENSIÓN. Estamos llenos de su Espíritu: el Cirio Pascual se transforma en los pequeños cirios de nuestra vida como templo y presencia histórica del Espíritu Santo (Pentecostés). Estamos vinculados a la vida de comunión que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, vida presente y utopía última del Reino (Trinidad). Esta vinculación se hace realidad progresiva cada día en la comunidad que vive su presencia sacramental (Corpus). La vida del Espíritu, presente en el mundo y nuestros corazones, brota de su corazón solidario con los últimos por su “amor hasta el extremo” (Sagrado Corazón). Una “puesta en escena” Podemos instalar un “monumento” cubierto de tela bonita (elegir el color) colocado estéticamente en diferentes zonas planas y a diferentes alturas, todas ellas convergiendo en la parte más alta con el cirio pascual. En cada “escalón” colocaremos una vela que iremos encendiendo en el cirio, una cada domingo, hasta tener las cinco encendidas. Al concluir el domingo de Pentecostés, quitaremos el cirio, pero quedarán encendidas las velas como signo de los diversos lugares donde encontrar al resucitado y que hemos recorrido en estas semanas. Pascual-domingo de Resurrección). Se nos ha ido... Pero María Magdalena acude al sepulcro en busca del Maestro y no lo encuentra. La añoranza nubla sus ojos y no ven lo que miran. En su boca resuenan ecos de la canción de “El unicornio azul” (Silvio Rodríguez): http://www.youtube.com/watch?v=dnvVtkVaM84 «Las flores que dejó no me han querido hablar...” ... y yo no tengo más que un unicornio azul...” “Mi unicornio y yo hicimos amistad, un poco con amor, un poco con verdad...” ... pescaba una canción...: saberla compartir era su vocación... ... y puede parecer acaso una obsesión, pero no tengo más que un unicornio azul... ... y aunque tuviera dos, yo sólo quiero aquél... » Historia de un amor que “ayer” desapareció. Pero María no se resigna a que sea así. Los discípulos de Emaús, también, cegados, vuelven a casa tristes, decepcionados, solos. Las casas y las calles de Jerusalén no han cambiado para nada. Excepto la soledad, que se ha hecho más honda. Las mujeres, las amigas de aquel Jesús, dicen que está vivo. Pero, ¿dónde? Si fuese verdad, volveríamos a casa a encontrarle de nuevo. Aun muerto, las cosas ya no pueden ser como antes.Por eso Pedro y sus amigos han vuelto a juntarse y se han puesto a pescar. Jesús es el todo. Le necesito, porque lo he conocido. No puedo desprenderme de Él. Él es el centro de todo lo vivido y por vivir. ¿Dónde y cómo encontrarle si, como decís, está vivo? Dónde y cómo volverle a ver «Estos evangelios constituyen para nosotros una especie de enseñanza de un nuevo lenguaje. Para aprender un nuevo idioma, hemos de poder referimos a otra anterior. En estos «cuarenta días», el Señor utiliza todavía algunas expresiones del lenguaje antiguo -«Mete aquí el dedo y mira mis manos; trae la mano y métela en mi costado» (Jn 20,27); «Muchachos, ¿tenéis algo de comer?» (Jn 21,5; cfr. Lc 24,41-42); «Venid a almorzar» (Jn 21,12)-, camina con los suyos (Lc 24,15) y habla con ellos en arameo (Jn 20,16); etc. Pero lo hace para enseñarles un lenguaje diferente, de forma que abandonen progresivamente el antiguo y, en su lugar, utilicen, el nuevo. (...) ... Los evangelios de la resurrección son una respuesta a las preguntas de la comunidad primitiva: ¿Dónde está el Señor resucitado? ¿Qué hace? ¿Cómo ponerse en contacto con él? Las respuestas son diversas: está en medio de la Iglesia; se le encuentra en la fracción del pan y en la misión confiada a los suyos; camina con los discípulos cuando los ve tristes y abatidos; dirige la pesca de la Iglesia en el mundo; se le ve al octavo día). Todas ellas son otras tantas señales ofrecidas a sus discípulos para orientarse en las encrucijadas del mundo nuevo, donde ya no se ve al Señor con su cuerpo terreno, sino que se le encuentra en cualquier parte, como lo muestra el hecho de que “también se ha aparecido a Simón” (cf. Lc 24,34)» Francesco Rossi de Gasperis, S.J., La roca que nos ha engendrado, Ed. Sal Térrae, Santander 1996, pág. 170-171. Itinerario de cinco domingos La “ausencia” de Jesús es “presencia”. Somos nosotros los “ausentes” que debemos recolocar nuestro modo de vivir, de relacionarnos con la realidad: de nosotros mismos, de quienes viven con nosotros o pasan a nuestro lado, de los acontecimientos cotidianos o extraordinarios que sorprenden nuestra historia. Para encontrar al resucitado debemos ir a su encuentro allí donde Él quiere encontrarnos, como pequeñas luces que nacen de su vida (cirios que se prenden en EL CIRIO de la Pascua): Encontrarle EN LOS HERMANOS de la comunidad y del mundo, donde la fraternidad se va realizando (domingo 2º). Encontrarle EN LA MESA COMPARTIDA de la solidaridad y del compartir el pan de la vida como profecía de una nueva sociedad y un nuevo mundo fraternos (domingo 3º). Encontrarle EN LA INTIMIDAD CON JESÚS, EL ÚNICO PASTOR, en la oración, escuchando su voz y aprendiendo a reconocerla (domingo 4º). Encontrarle en los caminos de la vida, reconociendo UN SOLO SEÑOR y MUCHAS MORADAS, donde es necesario discernir para hallar lo que Dios quiere, conociendo y viviendo su misma vida en nuestra vida (domingo 5º). Encontrarle presente como ESPÍRITU: UNA ALIANZA DE AMOR, un amor recibido de Dios y entregado a los demás (domingo 6º). De esa manera vive ahora el Resucitado, «sentado a la derecha del Padre» y plenamente unido a nosotros compartiendo y prosiguiendo su causa (Ascensión): ABAJAMIENTO Y ASCENSIÓN. Estamos llenos de su Espíritu: el Cirio Pascual se transforma en los pequeños cirios de nuestra vida como templo y presencia histórica del Espíritu Santo (Pentecostés). Estamos vinculados a la vida de comunión que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, vida presente y utopía última del Reino (Trinidad). Esta vinculación se hace realidad progresiva cada día en la comunidad que vive su presencia sacramental (Corpus). La vida del Espíritu, presente en el mundo y nuestros corazones, brota de su corazón solidario con los últimos por su “amor hasta el extremo” (Sagrado Corazón). Una “puesta en escena” Podemos instalar un “monumento” cubierto de tela bonita (elegir el color) colocado estéticamente en diferentes zonas planas y a diferentes alturas, todas ellas convergiendo en la parte más alta con el cirio pascual. En cada “escalón” colocaremos una vela que iremos encendiendo en el cirio, una cada domingo, hasta tener las cinco encendidas. Al concluir el domingo de Pentecostés, quitaremos el cirio, pero quedarán encendidas las velas como signo de los diversos lugares donde encontrar al resucitado y que hemos recorrido en estas semanas. 34)» Francesco Rossi de Gasperis, S.J., La roca que nos ha engendrado, Ed. Sal Térrae, Santander 1996, pág. 170-171. Itinerario de cinco domingos La “ausencia” de Jesús es “presencia”. Somos nosotros los “ausentes” que debemos recolocar nuestro modo de vivir, de relacionarnos con la realidad: de nosotros mismos, de quienes viven con nosotros o pasan a nuestro lado, de los acontecimientos cotidianos o extraordinarios que sorprenden nuestra historia. Para encontrar al resucitado debemos ir a su encuentro allí donde Él quiere encontrarnos, como pequeñas luces que nacen de su vida (cirios que se prenden en EL CIRIO de la Pascua): Encontrarle EN LOS HERMANOS de la comunidad y del mundo, donde la fraternidad se va realizando (domingo 2º). Encontrarle EN LA MESA COMPARTIDA de la solidaridad y del compartir el pan de la vida como profecía de una nueva sociedad y un nuevo mundo fraternos (domingo 3º). Encontrarle EN LA INTIMIDAD CON JESÚS, EL ÚNICO PASTOR, en la oración, escuchando su voz y aprendiendo a reconocerla (domingo 4º). Encontrarle en los caminos de la vida, reconociendo UN SOLO SEÑOR y MUCHAS MORADAS, donde es necesario discernir para hallar lo que Dios quiere, conociendo y viviendo su misma vida en nuestra vida (domingo 5º). Encontrarle presente como ESPÍRITU: UNA ALIANZA DE AMOR, un amor recibido de Dios y entregado a los demás (domingo 6º). De esa manera vive ahora el Resucitado, «sentado a la derecha del Padre» y plenamente unido a nosotros compartiendo y prosiguiendo su causa (Ascensión): ABAJAMIENTO Y ASCENSIÓN.


 
Estamos llenos de su Espíritu: el Cirio Pascual se transforma en los pequeños cirios de nuestra vida como templo y presencia histórica del Espíritu Santo (Pentecostés). Estamos vinculados a la vida de comunión que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, vida presente y utopía última del Reino (Trinidad). Esta vinculación se hace realidad progresiva cada día en la comunidad que vive su presencia sacramental (Corpus). La vida del Espíritu, presente en el mundo y nuestros corazones, brota de su corazón solidario con los últimos por su “amor hasta el extremo” (Sagrado Corazón). Una “puesta en escena” Podemos instalar un “monumento” cubierto de tela bonita (elegir el color) colocado estéticamente en diferentes zonas planas y a diferentes alturas, todas ellas convergiendo en la parte más alta con el cirio pascual. En cada “escalón” colocaremos una vela que iremos encendiendo en el cirio, una cada domingo, hasta tener las cinco encendidas. Al concluir el domingo de Pentecostés, quitaremos el cirio, pero quedarán encendidas las velas como signo de los diversos lugares donde encontrar al resucitado y que hemos recorrido en estas semanas. ioridad (domingo 1º), para ensanchar nuestros horizontes (domingo 2º), para beber de un nuevo manantial (domingo 3º), para establecer una nueva jerarquía de valores mirando con otros ojos (domingo 4º), para establecer un nuevo tejido de relaciones humanas desde una amistad que genera vida (domingo 5º). Desde esa nueva vida hemos tratado de acompañar los pasos de Jesús en su misterio Pascual acogiendo, comulgando y viviendo el “regalo” del mismo Jesús y el “regalo” que Él nos hace: el de “otro Reino” (Ramos), “otro pan” (Jueves Santo), “otro amor” (Viernes Santo) y otra Vida Plena (Vigilia Pascual-domingo de Resurrección). Se nos ha ido... Pero María Magdalena acude al sepulcro en busca del Maestro y no lo encuentra. La añoranza nubla sus ojos y no ven lo que miran. En su boca resuenan ecos de la canción de “El unicornio azul” (Silvio Rodríguez): http://www.youtube.com/watch?v=dnvVtkVaM84 «Las flores que dejó no me han querido hablar...” ... y yo no tengo más que un unicornio azul...” “Mi unicornio y yo hicimos amistad, un poco con amor, un poco con verdad...” ... pescaba una canción...: saberla compartir era su vocación... ... y puede parecer acaso una obsesión, pero no tengo más que un unicornio azul... ... y aunque tuviera dos, yo sólo quiero aquél... » Historia de un amor que “ayer” desapareció. Pero María no se resigna a que sea así. Los discípulos de Emaús, también, cegados, vuelven a casa tristes, decepcionados, solos. Las casas y las calles de Jerusalén no han cambiado para nada. Excepto la soledad, que se ha hecho más honda. Las mujeres, las amigas de aquel Jesús, dicen que está vivo. Pero, ¿dónde? Si fuese verdad, volveríamos a casa a encontrarle de nuevo. Aun muerto, las cosas ya no pueden ser como antes.Por eso Pedro y sus amigos han vuelto a juntarse y se han puesto a pescar. Jesús es el todo. Le necesito, porque lo he conocido. No puedo desprenderme de Él. Él es el centro de todo lo vivido y por vivir. ¿Dónde y cómo encontrarle si, como decís, está vivo? Dónde y cómo volverle a ver «Estos evangelios constituyen para nosotros una especie de enseñanza de un nuevo lenguaje. Para aprender un nuevo idioma, hemos de poder referimos a otra anterior. En estos «cuarenta días», el Señor utiliza todavía algunas expresiones del lenguaje antiguo -«Mete aquí el dedo y mira mis manos; trae la mano y métela en mi costado» (Jn 20,27); «Muchachos, ¿tenéis algo de comer?» (Jn 21,5; cfr. Lc 24,41-42); «Venid a almorzar» (Jn 21,12)-, camina con los suyos (Lc 24,15) y habla con ellos en arameo (Jn 20,16); etc. Pero lo hace para enseñarles un lenguaje diferente, de forma que abandonen progresivamente el antiguo y, en su lugar, utilicen, el nuevo. (...) ... Los evangelios de la resurrección son una respuesta a las preguntas de la comunidad primitiva: ¿Dónde está el Señor resucitado? ¿Qué hace? ¿Cómo ponerse en contacto con él? Las respuestas son diversas: está en medio de la Iglesia; se le encuentra en la fracción del pan y en la misión confiada a los suyos; camina con los discípulos cuando los ve tristes y abatidos; dirige la pesca de la Iglesia en el mundo; se le ve al octavo día). Todas ellas son otras tantas señales ofrecidas a sus discípulos para orientarse en las encrucijadas del mundo nuevo, donde ya no se ve al Señor con su cuerpo terreno, sino que se le encuentra en cualquier parte, como lo muestra el hecho de que “también se ha aparecido a Simón” (cf. Lc 24,34)» Francesco Rossi de Gasperis, S.J., La roca que nos ha engendrado, Ed. Sal Térrae, Santander 1996, pág. 170-171. Itinerario de cinco domingos La “ausencia” de Jesús es “presencia”. Somos nosotros los “ausentes” que debemos recolocar nuestro modo de vivir, de relacionarnos con la realidad: de nosotros mismos, de quienes viven con nosotros o pasan a nuestro lado, de los acontecimientos cotidianos o extraordinarios que sorprenden nuestra historia.





Para encontrar al resucitado debemos ir a su encuentro allí donde Él quiere encontrarnos, como pequeñas luces que nacen de su vida (cirios que se prenden en EL CIRIO de la Pascua): Encontrarle EN LOS HERMANOS de la comunidad y del mundo, donde la fraternidad se va realizando (domingo 2º). Encontrarle EN LA MESA COMPARTIDA de la solidaridad y del compartir el pan de la vida como profecía de una nueva sociedad y un nuevo mundo fraternos (domingo 3º). Encontrarle EN LA INTIMIDAD CON JESÚS, EL ÚNICO PASTOR, en la oración, escuchando su voz y aprendiendo a reconocerla (domingo 4º). Encontrarle en los caminos de la vida, reconociendo UN SOLO SEÑOR y MUCHAS MORADAS, donde es necesario discernir para hallar lo que Dios quiere, conociendo y viviendo su misma vida en nuestra vida (domingo 5º). Encontrarle presente como ESPÍRITU: UNA ALIANZA DE AMOR, un amor recibido de Dios y entregado a los demás (domingo 6º). De esa manera vive ahora el Resucitado, «sentado a la derecha del Padre» y plenamente unido a nosotros compartiendo y prosiguiendo su causa (Ascensión): ABAJAMIENTO Y ASCENSIÓN. Estamos llenos de su Espíritu: el Cirio Pascual se transforma en los pequeños cirios de nuestra vida como templo y presencia histórica del Espíritu Santo (Pentecostés). Estamos vinculados a la vida de comunión que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, vida presente y utopía última del Reino (Trinidad). Esta vinculación se hace realidad progresiva cada día en la comunidad que vive su presencia sacramental (Corpus). La vida del Espíritu, presente en el mundo y nuestros corazones, brota de su corazón solidario con los últimos por su “amor hasta el extremo” (Sagrado Corazón). Una “puesta en escena” Podemos instalar un “monumento” cubierto de tela bonita (elegir el color) colocado estéticamente en diferentes zonas planas y a diferentes alturas, todas ellas convergiendo en la parte más alta con el cirio pascual. En cada “escalón” colocaremos una vela que iremos encendiendo en el cirio, una cada domingo, hasta tener las cinco encendidas. Al concluir el domingo de Pentecostés, quitaremos el cirio, pero quedarán encendidas las velas como signo de los diversos lugares donde encontrar al resucitado y que hemos recorrido en estas semanas.